Mil años de historia viva y una ventana al futuro

En esos 120 kilómetros cuadrados que abrazan la Albufera, seis mil familias perpetúan un saber que viene de lejos. Y, entre ellos, como un eslabón más de esta cadena milenaria, está Masia El Carmen. Un rincón agrícola que, en tiempos de prisas y agricultura intensiva, ha encontrado en lo antiguo la respuesta a lo nuevo. Mientras el mundo se pregunta cómo enfrentarse al cambio climático, en Masia El Carmen las respuestas brotan de la tierra como lo han hecho siempre: con paciencia, con método, con ese tempo pausado que solo conocen los que saben que la naturaleza tiene sus propios planes. Los naranjos y las hortalizas crecen para mostrarnos que, a veces, para avanzar hay que saber mirar atrás.

Naranjas del Carmen: cultivar el futuro sostenible

“Somos familia, somos agricultores”, reza el Instagram de Naranjas del Carmen el proyecto que aúna la producción y la distribución. Gonzalo Úrculo lo cuenta mientras pasea entre naranjos como quien enseña el álbum familiar. Entre estos mismos árboles que ahora acaricia, el abuelo Úrculo les enseñó a él y a su hermano que cultivar es un verbo que se conjuga en presente continuo. Fue en 2010 cuando los hermanos decidieron coger el testigo, pero no para hacer más de lo mismo. “Queríamos hacer algo diferente”, dice Gonzalo Úrculo, y ese “diferente” significaba volver a los orígenes para mirar al futuro: agricultura ecológica, regenerativa, sostenible.

En Masia el Carmen han convertido la filosofía del abuelo en un método. “El suelo es como una comunidad, hay que cuidarlo para que dé sus frutos”, explican los responsables del proyecto. Y así, entre naranjos y olivos, han construido algo que es más que una finca: es un laboratorio de futuro donde cada cosecha es una lección de equilibrio entre lo que se toma y lo que se retorna a la tierra. “No solo producimos, queremos devolverle al suelo lo que nos da”, sentencia Úrculo.

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Enfoque innovador también en la cadena de suministro

Las naranjas de Masia el Carmen viajan poco. Y cuando lo hacen, lo hacen de manera directa. Nada de puertos, almacenes y un largo peregrinaje como el que sufre gran parte de la fruta antes de llegar a la mesa del consumidor. En Masia el Carmen han decidido que sus cítricos no van a formar parte de esa estadística demoledora que asegura que una quinta parte de los alimentos acaba en la basura. Proponen algo más sencillo: alguien hace clic y ellos tiran de tijeras. Las naranjas pasan de la rama a la caja y de la caja a tu mesa en menos de lo que tarda cualquier otra fruta en cruzar una frontera. Tres días, cinco como mucho.

La fuerza de la naturaleza y el suelo vivo

Masia el Carmen no solo es hogar de naranjos, sino que alberga un complejo ecosistema que incluye ovejas, caballos, abejas y flores aromáticas. “El ganado cumple un rol fundamental”, explica Gonzalo Úrculo. Ovejas y caballos pastorean libremente de manera que favorecen la fertilización del suelo y ayudan a mantener la cubierta vegetal. Por otro lado, los restos de poda y estiércol enriquecen el suelo y mejoran su estructura sin necesidad de arados intensivos.

Para proteger los recursos hídricos, implementan técnicas de gestión innovadoras, como charcas que tienen como función retener el agua de la lluvia o una red de riego por goteo automatizado. Estas medidas permiten conservar la humedad del suelo a la vez que optimizan el uso de agua. Hanna Hess, miembro del equipo de Masía El Carmen, comparte algunos de los secretos de la finca: “Hemos construido charcas para los animales y que también son fuente de vida para insectos y flores. Con cada acción buscamos crear un ecosistema resiliente y saludable”.

Tomates de la huerta de Masia el Carmen

Resiliencia frente a la adversidad

La reciente DANA que golpeó Valencia a finales de octubre de 2024 trajo consigo desolación y desafíos. Aunque las inundaciones arrasaron pueblos enteros, Masia el Carmen apenas sufrió daños. En un mensaje lleno de esperanza, el equipo compartió su experiencia: “La solidaridad que hemos visto nos llena de energía. Nos ha recordado que estamos conectados no solo con la naturaleza, sino con nuestra comunidad”. Desde entonces, la maquinaria de Masia El Carmen ha ayudado en la limpieza de zonas afectadas y los trabajadores han demostrado que su compromiso va más allá del campo.

¿Qué significa “soluciones basadas en la naturaleza”?

En la lucha contra el cambio climático, nuestra mejor aliada puede ser la naturaleza. Las “soluciones basadas en la naturaleza” (NBS, por sus siglas en inglés) surgen como una estrategia: en lugar de luchar contra los elementos, ¿por qué no dejar que estos trabajen a nuestro favor?

El concepto gana terreno en círculos científicos y políticos y va más allá de la mera captura de carbono. Por ejemplo: un manglar que no solo absorbe CO2, sino que también protege la costa de los tsunamis, filtra agua contaminada y sirve de guardería para peces. O un bosque urbano que reduce la temperatura de la ciudad mientras mejora la calidad del aire y la salud mental de sus habitantes.

Las Naciones Unidas han intentado sintetizar esta idea en una definición algo más formal: las soluciones basadas en la naturaleza son acciones que aprovechan los ecosistemas naturales para enfrentar desafíos sociales. Pero la práctica puede ser incluso más simple: significa devolver a la naturaleza su papel de ingeniera maestra. Desde los humedales que pueden prevenir inundaciones hasta las abejas que garantizan nuestra seguridad alimentaria, estas soluciones basadas en la naturaleza están demostrando que, a veces, la tecnología más sofisticada es la que ya existe en nuestro entorno. En un momento crítico para el planeta y en que la humanidad busca respuestas, las NBS plantean una idea tan revolucionaria como simple: quizás la solución no esté en dominar la naturaleza, sino en dejar que ella nos enseñe cómo hacerlo mejor. 

500 millones de soluciones

Triodos Bank ha anunciado su compromiso de financiar al menos 500 millones de euros en soluciones basadas en la naturaleza (NBS) hasta 2030, enfocándose en la conservación, restauración y regeneración de ecosistemas como parte de sus objetivos de biodiversidad.