“Una de nuestras máximas es aprovecharlo todo y fomentar la economía circular. Tratamos de darle una segunda vida a todo lo que nos llega”, comenta Carolina Bonafonte, directora de proyectos de la Fundación Áurea, organización cliente de Triodos Bank. Nos lo cuenta mientras caminamos entre el ajetreo del centro logístico de Bellvitge en la hora punta de la recogida de alimentos.
La Fundación Áurea nació en 2009 vinculada, sobre todo, al mundo sanitario. En aquel momento se dedicaba a la financiación de infraestructuras del sector y colaboraciones, como la sala para adolescentes del Hospital Sant Joan de Déu (Esplugues de Llobregat, Barcelona), el patrocinio de uno de los espacios comunes del Hospital Pediátrico de Sant Joan de Déu, destinado a minimizar el impacto de la enfermedad en el niño y en su familia, o la colaboración para financiar las becas comedor de Cruz Roja.
Sin embargo, desde la pandemia el reparto de alimentos se ha convertido en su actividad principal. El proyecto Alimentos Solidarios aprovecha la comida que se perdería en el proceso logístico del sector de la alimentación. Para evitar que se desperdicie buscan empresas que donen al proyecto todo aquello que no pueden vender, pero que es perfectamente apto para el consumo, y lo hacen llegar a familias vulnerables a través de 101 asociaciones y entidades.
Su “Joya de la Corona” es una herramienta de logística de desarrollo propio en la que todas las asociaciones pueden ver qué estará disponible cada día y hacer pedidos personalizados que garantizan que todas las mercancías que entran tengan salida. Esta herramienta ha reforzado su posición de centro de contacto físico y digital entre asociaciones solidarias. “Es bidireccional, así que las asociaciones con las que colaboramos también pueden ofrecer materiales, objetos o comida y usarnos como conexión con quién quiera recibirlas”, comenta Núria Mateo, jefa de Comunicación y Relaciones Institucionales de la Fundación.
La intermediación de Áurea ha permitido que desde 2022 mucha comida no acabe en la basura (este año más de 429.000kg de alimentos salvados), que un hotel que cerró sus puertas pudiera donar cientos de camas en lugar de tirarlas o que el verano pasado más de veintiséis pallets de fresas frescas que un distribuidor no pudo vender se repartieran en 48 horas. Todo el mobiliario de sus oficinas, neveras, pallets, cajas e incluso las chaquetas que las personas voluntarias utilizan mientras trabajan provienen de donaciones.
El corazón de la fundación Áurea son precisamente esas personas voluntarias, que forman parte de programas de inserción sociolaboral impulsados por las asociaciones, así como trabajadores y trabajadoras de las empresas colaboradoras.
“Estas personas voluntarias son también una vía de sensibilización magnifica. Juntamos a quienes se tienen que poner un traje cada mañana para ir a la oficina con quienes han llegado a estar sin techo y están en proceso de salir de esa situación. Creemos que trabajar codo con codo con personas muy distintas es enriquecedor”, asegura Carolina Bonafonte.
En la Fundación Áurea se rigen por la máxima de que quien venga con respeto e ilusión será bienvenido/a. En ese sentido, son un ejemplo del tipo de iniciativas que Triodos Bank financia, dentro de la transición social, una de sus prioridades como banca con valores.
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