Hablamos con Ricardo Romaguera, director general y fundador de Tranesol (Transición Energética Solar) y Nazaret García, product manager de Vergy, sobre el funcionamiento de las sociedades de autoconsumo y las comunidades energéticas y su impacto positivo en la sociedad y el planeta.
Ambas entidades, que han elegido a Triodos como entidad financiera, tienen por objetivo lograr una producción de energía más sostenible y democratizarla al salvar uno de los obstáculos más habituales, la imposibilidad de instalar paneles solares por parte de muchos usuarios. Pero su aproximación a esta meta se lleva a cabo a través de dos caminos diferentes.
En Vergy se centran en equipar y gestionar sociedades de autoconsumo basadas en placas solares en espacios urbanos. Tranesol, por su parte, crea comunidades energéticas para desarrollar parques solares que, en muchos casos, comparten espacio con actividades agrícolas. De una manera u otra, su trabajo permite a las personas consumir energía más limpia, barata y de acuerdo con sus principios.
¿Qué diferencia una comunidad energética de una sociedad de autoconsumo?
Nazaret García explica que las sociedades de autoconsumo son una forma colectiva y colaborativa de consumir energía –en el caso de Vergy, de procedencia solar–. La empresa aporta las instalaciones y los usuarios invierten en ellas a través de la compra o el alquiler de la energía que producen las placas solares instaladas. El funcionamiento de las comunidades energéticas es similar, con la diferencia de que para unirse a ellas sus usuarios están obligados a crear una entidad jurídica.
Minimizar el impacto
Vergy construye habitualmente los puntos de suministro en cubiertas de edificios porque es más sencillo desde el punto de vista burocrático y tiene menos impacto ambiental y visual. La empresa aprovecha espacios que ya existían en entornos preferiblemente urbanos. La compañía asegura que la ventaja que tienen respecto a instalar placas solares en una casa particular es que se reducen costes económicos y se optimiza el uso de materiales cuya producción tiene un alto impacto ambiental. Un punto importante al que dan valor como empresa es que “no competimos por el espacio con agricultores u otras actividades económicas”.
En Tranesol desarrollan un modelo agrovoltaico. Se trata de una sinergia entre la agricultura y la generación de energía. En un mismo espacio se desarrollan ambas actividades, que coexisten y funcionan en armonía. Un proyecto agrovoltaico solo es viable si los beneficios de la sinergia son superiores a los inconvenientes.
La energía agrovoltaica
Ricardo Romaguera, director general y fundador de Tranesol, explica que los paneles siempre le quitan radiación al cultivo, pero la clave para que ambas actividades puedan coexistir es que la pérdida de radiación no afecte a las cosechas. “Tenemos una planta piloto en Picassent (Valencia) en la que analizamos estos parámetros, de manera que calculamos cuánta radiación necesita cada planta para ajustar la instalación de los paneles”, explica Romaguera.
De hecho, la restricción de la radiación puede aportar ventajas a los cultivos. “Si reciben algo menos de radiación, tienen un mejor aspecto y pueden bajar los requerimientos de riego, de manera que ayudamos a ahorrar agua”, afirma el director general de Tranesol. Además, “instalar un sistema fotovoltaico permite mantener un nivel superior de seguridad, puesto que un huerto solar puede electrificarse y tecnificarse mucho mejor que un huerto normal”.
Aun así, existen inconvenientes. “Hay que anclar las placas en el suelo, asegurarse de que no hagan demasiada sombra y de que haya espacio para que los agricultores se muevan. Además, algunas instalaciones eléctricas no se pueden mojar y ser incompatibles con el riego o el abono si no se protegen… Hay un centenar de factores que se deben tener en cuenta”.
Tranesol monta parques solares cerca de núcleos urbanos para garantizar un buen radio de personas interesadas. En muchas ocasiones, los terrenos anexos a localidades de cierto tamaño y que cuentan con las características adecuadas son agrícolas, y por esta razón la empresa opta por este modelo. Desde la empresa no quieren que ninguna explotación agrícola tenga que moverse para que alguien genere energía. Su objetivo es “sumar con la generación de energía renovable, no sustituir a nadie”.
¿Cómo se puede formar parte de una comunidad energética o una sociedad de autoconsumo?
Cualquier persona que viva a dos kilómetros del punto de suministro se puede unir. En el caso de Vergy, hay que contactar con la empresa y, si hay disponibilidad, la persona pasa a formar parte de la comunidad. Si toda la energía está ya repartida los usuarios entran en una lista de espera, que puede ser larga en el caso de grandes ciudades.
Por su parte, las comunidades energéticas tienen que presentar un proyecto a la administración competente, que en ocasiones pueden acceder a subvenciones públicas. Para poner en marcha una de estas entidades, desde Tranesol recomiendan contactar con empresas especializadas en la creación y la gestión de comunidades energéticas para asesorarse en la creación del proyecto y la entrega de la documentación adecuada.
Ahorro económico y protección del medioambiente
La energía producida tanto por las sociedades de autoconsumo de Vergy como por las comunidades energéticas de Tranesol se vierte en la red y, a la hora de pasar la factura, se refleja que la energía que sus usuarios han consumido procede de fuentes renovables. Además, en el caso de las sociedades de autoconsumo existe un sistema de compensación económica.
Ricardo Romaguera pone énfasis en la labor social que tienen las comunidades energéticas: “La mayor parte de los proyectos que hacemos están a 25 kilómetros de nuestras oficinas”, destaca, y añade: “Creemos que aportamos beneficios económicos con inversores locales y generamos riqueza construyendo y explotando el parque solar: los consumidores ahorran dinero y aportan su grano de arena a la lucha contra la crisis climática.
El camino que queda por recorrer
En otros países europeos, como Dinamarca y Alemania entre otros, el autoconsumo colectivo es más común que en España.
En Alemania, por ejemplo, los coeficientes dinámicos permiten comprar y vender energía dentro de las sociedades de autoconsumo. “Si te vas de vacaciones, puedes vender tu energía a un miembro de la comunidad a un precio más alto que el de la red eléctrica, y quien la compra paga un precio más bajo que el de mercado, lo cual crea una situación ventajosa para las dos partes”, apunta la product manager de Vergy.
Según explican desde la compañía, en España aún hay potencial por explotar en este campo. “Debemos seguir el modelo alemán, que ha promovido la energía solar con políticas y regulaciones favorables durante muchos años, a diferencia del ‘impuesto al sol’ vigente en nuestro país entre 2015 y 2018”, afirma Nazaret García.
En otros países europeos, iniciativas como Vergy y Tranesol han recibido apoyo financiero gubernamental y tienen una infraestructura robusta para la integración de energías renovables. En España, aunque hay políticas para favorecer la penetración de renovables, todavía se debe adecuar la red eléctrica para evitar problemas de capacidad en futuros proyectos. En todo caso, y como explica Nazaret García, Vergy trabaja a través de proyectos vinculados a los fondos de la Unión Europea de I+D, Horizon y Next Generation.
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