Según el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2023 del PNUMA, actualmente el mundo se encuentra en la senda de afrontar un calentamiento global de entre 2,5 y 2,9 °C. Está claro que no vamos por buen camino para cumplir los objetivos del acuerdo, pero la cuestión crucial de las próximas semanas es cómo podemos acelerar la acción por el clima.
Otras tareas críticas a las que se enfrentan las personas y organismos negociadores en Dubai son conseguir que el fondo para pérdidas y daños (establecido en la COP27) ayude a los países más afectados en la reconstrucción de comunidades y en la restauración de ecosistemas y acordar un marco para el objetivo global de adaptación del Acuerdo de París.
Entre los temas que probablemente recibirán mucha atención y que pueden reflejarse en varias corrientes de negociación se incluyen la transición energética y la transformación de los sistemas alimentarios. Como suele ocurrir, es probable que los debates y las negociaciones sobre cómo financiar la transición climática ocupen un lugar central.
La desigualdad está en el centro de la cuestión
En el centro de todo esto están las cuestiones de la solidaridad internacional y la eliminación progresiva de los intereses creados.
El 30 % de la población mundial vive en zonas que podrían volverse inhabitables en las próximas décadas. Aunque esas son las personas que más sufren el cambio climático, son las que menos emiten, porque -en general- también son las más pobres.
Según un informe reciente de Oxfam-Novib, la mitad de las personas más pobres del mundo es responsable de sólo el 7 % de las emisiones de carbono, mientras que el 10 % de las más ricas lo son del 50 % de esas emisiones. Por si fuera poco, las más pobres suelen vivir en las zonas más vulnerables.
Desde nuestra perspectiva Triodos Bank eso debe resolverse en la COP28 a través de la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, de un fondo significativo para pérdidas y daños y de la financiación de la lucha contra el cambio climático.
Un tratado para eliminar progresivamente los combustibles fósiles
Los combustibles fósiles -carbón, petróleo y gas- son los principales causantes de la crisis climática. Sin embargo, no se mencionan ni una sola vez en el Acuerdo de París. Poner fin a la exploración y expansión de proliferaciones nuevas, así como eliminar gradualmente su producción durante la próxima década es fundamental para mantener al mundo en línea con los objetivos climáticos globales y evitar una alteración catastrófica del clima. Hace poco, el Informe sobre la Brecha de Producción 2023 del PNUMA advertía de que los planes de extracción de combustibles fósiles socavan las posibilidades mundiales de cumplir los objetivos climáticos globales. Ese aspecto es de suma importancia en la coyuntura actual.
En los últimos años, una parte significativa del sector privado se ha comprometido a contribuir a la mitigación del cambio climático. Sin embargo, las medidas adoptadas hasta ahora son todavía insuficientes. Según el Informe Banking on Climate Chaos, los 60 mayores bancos del mundo han inyectado 5,5 billones de dólares en la industria de los combustibles fósiles desde el Acuerdo de París. Esto contrasta enormemente con lo que necesitamos. Debemos centrarnos en la tarea imperativa de eliminar progresivamente la financiación de los combustibles fósiles y, en concreto, dejar de apoyar prospecciones nuevas.
Los esfuerzos de los gobiernos, el sector financiero y las empresas deben intensificarse. Una mera promesa es insuficiente. Los precios del carbono, la regulación, la eliminación progresiva de las subvenciones a los combustibles fósiles y la transparencia pueden acelerar esa transiciónTriodos Bank hace un llamamiento a los gobiernos para que apoyen un Tratado Internacional de No Proliferación de Combustibles Fósiles legalmente vinculante y promuevan ese tratado en la COP28. Creemos que es el mecanismo legal que falta para cerrar la brecha entre las ambiciones de cero emisiones netas y su consecución real. Se crea una vía clara, los incentivos adecuados y unas condiciones equitativas para que las empresas abandonen los combustibles fósiles. El verdadero impacto reside en acciones concretas más que en compromisos.
Financiación necesaria para la mitigación y la adaptación
La agenda de la COP, en mayor grado que en las anteriores, trata tanto de la mitigación del cambio climático como de la adaptación al mismo, así como de la financiación necesaria para conseguirlo. Con el aumento de los daños climáticos y de los riesgos de alcanzar puntos de inflexión en los ecosistemas, es necesario prestar más atención a la adaptación para una transición justa, sobre todo si tenemos en cuenta que esos riesgos son mayores en los países emergentes.
Se necesita mucho capital para ambas cosas, que debe proceder de fuentes públicas y privadas. A menudo los debates giran en torno a los déficits de financiación, al calcular que faltan miles de millones o incluso billones. Sin embargo, el "déficit" real, tal y como se recoge en numerosos informes, es una cifra ficticia, una combinación de capital que va en la dirección equivocada (financiación y subvenciones para los combustibles fósiles) y percepciones atrasadas del riesgo y la rentabilidad. Esto puede resolverse con una mejor regulación.
Solidaridad internacional
En 2009, las naciones más ricas se comprometieron a proporcionar 100.000 millones de dólares anuales de ayuda a la financiación de la lucha contra el cambio climático a los países en desarrollo. Estos se quejan desde hace mucho tiempo, y con razón, de que la financiación climática se desembolsa a menudo en cantidades demasiado pequeñas, con lentitud y de forma injusta.
En la COP28 no sólo se pedirá a las naciones ricas que cumplan por fin con el compromiso de los 100.000 millones de dólares anuales establecido en 2009. También tendrán que iniciar negociaciones sobre un nuevo objetivo anual de financiación para el clima que sustituya (y aumente) el original, algo que han prometido hacer como muy tarde a finales de 2024.
Uno de los resultados más importantes de la COP27 fue el de la creación de un fondo para pérdidas y daños, complementado por un "comité de transición" para su puesta en funcionamiento. El consenso alcanzado en noviembre de 2023 allana el camino para la aprobación de la COP28, pero aún quedan retos. Persiste la ambigüedad sobre cuáles de los países en desarrollo más afectados por el cambio climático pueden recibir ayuda financiera y el sistema de asignación de recursos propuesto carece de ejemplos concretos.
Transiciones justas a escala mundial y nacional
Lo que es importante a nivel mundial también lo es en los países ricos. Las políticas climáticas sólo pueden tener éxito si son inclusivas y eso implica que la factura del cambio climático debe repartirse (más que) equitativamente entre la población. Quienes más contaminan tienen más riqueza y deberían pagar más.
No podemos permitir más demoras. Los costes serían aún mayores y los puntos de inflexión en la crisis climática se alcanzarían con más frecuencia. Es hora de que el mundo acuerde una acción integradora. Antes de que sea demasiado tarde.
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