Miguel Herdín y Mikel García-Prieto tienen bastantes más cosas en común que su nombre, como descubrimos en la conversación en la que los reunimos. Por ejemplo, comparten trayectorias formativas y, sobre todo, la pasión por la naturaleza y la conciencia de la importancia de la salud del suelo como solución eficaz en tiempos en que preocupan el suministro de alimentos en el mundo y la emergencia climática.
Suelos para la vida, la iniciativa de matchfunding que han puesto en marcha Weleda y la Fundación Triodos, es una llamada a salvarlos. Si aún no te has decidido a colaborar, creemos que sus palabras harán que te lo pienses...
Los dos sois ingenieros industriales. Os voy a pedir que hagáis un poco de memoria. ¿Cuándo o cómo surgió vuestra motivación de trabajar por el cambio, en lugar de seguir con la inercia mecánica de las cosas? ¿Cuál fue el detonante?
Miguel Herdín (MH): Creo que en mi caso no ha habido un detonante. Desde pequeño he sido una persona muy conectada con la naturaleza, quizá gracias a que mi familia también lo estaba. Los fines de semana íbamos de picnic por la Sierra y ya en la adolescencia me tiraba el campo. A un grupo de amigos/as nos dio la locura de montar una comunidad rural donde, en parte, vivíamos de lo que se cultivaba. Yo iba sobre todo en vacaciones, no era un compromiso al 100 %, pero fue una experiencia muy interesante que me ha marcado.
Mikel García-Prieto (MGP): Yo pertenezco a esa generación que en la adolescencia vivió el gran desarrollo de las ONG como vehículos de solidaridad. En la parte que mejor conocía, la de la ingeniería, me impliqué mucho con movimientos de tecnologías apropiadas para países en desarrollo. Avancé desde la parte de esa tecnología más vinculada con el ingenio mecánico, que era lo que nos enseñaban en la escuela, al ingenio de la naturaleza. De la naturaleza aprendes a resolver las cosas con una inteligencia bastante más sutil que con las soluciones mecanizadas en las que poníamos tanto empeño.
En esa búsqueda de mecanismos efectivos para cambiar las cosas me encontré también con la idea de Triodos Bank. Y me dije: “aquí sí que hay potencial para acelerar el cambio”.
Lo que nos reúne hoy es el suelo. ¿Por qué es importante cuidarlo y que no sea solo eso que pisamos y sobre lo que construimos? ¿Qué le queremos decir a la sociedad con Suelos para la vida?
MH: El suelo es la sustancia de la que venimos, porque proporciona los nutrientes y todo lo que permite la vida. También es el sitio donde volvemos al terminar la vida. Así que no creo que haya nada mucho más importante. Un suelo sano y biodiverso garantiza la sostenibilidad de la vida. Por eso desnaturalizar el suelo con métodos industriales de explotación agraria nos ha traído verdaderos problemas. Uno obvio es la desertización y la reducción progresiva del suelo fértil. Pero hay más, como las alergias e intolerancias alimenticias crecientes. Hace décadas, cuando yo era adolescente, no eran habituales. Y ahora la mayoría tenemos algún problema de ese tipo. No hay más que ver en los supermercados la proliferación de alimentos adaptados a estas intolerancias, un negocio que crece a gran velocidad. Es un síntoma de que algo hacemos mal en la producción de alimentos.
MGP: Miguel ha dado en el clavo. Añadiría que lo importante es recuperar esa visión del suelo como la gran reserva de vida. Ya que hablábamos de generaciones, gran parte de la sociedad actual y nuestra generación hemos vivido, en esencia, en suelo urbano, ese que te sirve solo para pisar, una superficie fija y muerta, de la que solo interesa que se mantenga inerte e inmóvil. No hemos estado mucho en contacto con el suelo real y, en mi opinión, hemos perdido la conexión suficiente para entenderlo como un ecosistema vivo. Nuestro gran desafío es volver a hacer visible esto. Incluso la forma en la que la agricultura trabaja el suelo es, en muchos casos, como en un suelo muerto: lo levantamos, lo aramos, empleamos productos sólo hacen crecer un cultivo específico, pero no generan más vida. Hay que recuperar la visión holística del suelo, un ecosistema que genera un equilibrio más amplio, no simplemente un lugar donde crecen determinadas plantas. Por ejemplo, el suelo es clave para la captura de carbono. Si no está en el suelo, está en el aire.
Dona para frenar la desertificación en España
Y para preservar nuestra riqueza natural. Con una donación pequeña o grande en Suelos para la vida tienes la oportunidad de lograrlo. Puedes elegir contribuir a recuperar la nueva finca de la Asociación Agroecológica Vega de Jarama (Madrid), que quiere ampliar su modelo, que combina alimentación y sostenibilidad. O donar a la iniciativa Olivos Lucio (Almazara Casería de la Virgen, Granada), que busca salvar un centenar de olivos y su ecosistema de ser convertidos en leña -al sustituirlos por otros nuevos y más productivos- para proteger un patrimonio de gran valor natural e histórico.
Weleda aportará un fondo de 10.000 euros para doblar las aportaciones particulares realizadas por la ciudadanía a través de la plataforma de Fundación Triodos, que promueve iniciativas de donación con impacto positivo.
Mikel, además de este matchfunding, ¿cómo contribuye el modelo de banca ética de Triodos Bank a crear un suelo más sano y con futuro?
Al menos a través de dos cosas, una que hacemos desde siempre y otra que hemos aprendido a hacer. Desde nuestros inicios, en el ámbito de la agricultura solo financiamos la ecológica y la biodinámica, porque trabajan con esa visión integradora del suelo como elemento vivo. En la financiación del sector de la construcción, además, valoramos aspectos como el uso de materiales sostenibles y el diseño del uso del suelo en el que queremos hacer desarrollos urbanos, o no.
Ahora hemos empezado también a crear esquemas para financiar conservación de naturaleza que no tenga “uso productivo”, pero sí valor ambiental. Esta es la parte en la que más tenemos que aprender por la necesidad de generar actividades neutras en carbono y de incluir en nuestra economía el equilibrio climático y la biodiversidad. Lo queremos hacer a través de iniciativas conocidas, como la reforestación, y de otras que no lo son tanto, como la agricultura regenerativa, que combina lo agrícola y la conservación. Queremos trabajar más con el capital natural, el valor de la naturaleza, en lugar de excluirlo y que luego resulte muy difícil que se respete y mantenga.
Miguel, por vuestra parte, ¿qué hacéis para cuidar del suelo desde una firma de cosmética ecológica como Weleda?
Para Weleda el suelo solo tiene futuro con métodos de cultivo respetuosos y también si respetamos la relación con quienes lo cultivan. Hay que garantizar una remuneración digna y también una formación continua para que los métodos sean cada vez más eficientes y respetuosos con el entorno ambiental y social. Todo está unido. Y esto es lo que hacemos desde nuestra fundación en 1921. Además, ahora lo certificamos a través de la Union for Ethical Biotrade (UEBT), un organismo independiente surgido a iniciativa de Naciones Unidas para acreditar todos los eslabones de nuestra cadena de suministro.
Tenemos más de 50 proyectos certificados de cooperación con agricultores y agricultoras de todo el mundo y también somos el mayor productor de plantas medicinales con método biodinámico, que utilizamos para nuestros productos en Europa. A través de Natrue certificamos también no sólo el origen 100 % natural de nuestras materias primas, sino los procesos de transformación.
MGP: Es de agradecer el trabajo de Weleda como referente en esa integración de salud del suelo con productos que, por lo general, se habían basado en componentes fósiles y no en esta visión orgánica. También la iniciativa de matchfunding que compartimos ha llegado desde Weleda y queremos agradecérselo.
Para nuestro banco es un proyecto relevante por muchos motivos. En Triodos Bank nos hemos comprometido a ser cero neto en emisiones de CO2 en 2035, quince años antes que la mayoría de bancos y estados. Uno de los grandes desafíos que tenemos para lograrlo es el secuestro de carbono, porque no es fácil encontrar suficiente número de iniciativas económicamente viables para financiarlas y que lo hagan posible. Por eso este matchfunding de apoyo a proyectos que combinan lo agrícola con la captura de CO2 es también una herramienta para explorar otras vías de lograrlo. En un país como España la relevancia del suelo para la vida y la sociedad es enorme y con este matchfunding queremos ayudar a revertir el fenónemo de la España vaciada. Queremos identificar el valor de nuestro suelo y contribuir a fijar población en el campo.
MH: Mikel, me alegro mucho de que menciones el tema del secuestro de carbono. Porque, en realidad, Weleda no está en la agricultura ecológica por ese tema, pero es un efecto adicional y favorable de nuestra actividad. Sabemos que la única manera realmente viable de secuestrar carbono de forma sostenible es a través de su fijación en el suelo y que es una herramienta potentísima ante la emergencia climática, como señala un estudio de la Fundación Ellen MacArthur. Todo lo demás son sistemas de desarrollo de negocios de secuestro de carbono muy intensivos en el uso de energía y dudosos en cuanto a su funcionamiento, aún en fase teórica. Según el trabajo que mencionaba, podríamos secuestrar todo el carbono que hay extra en la naturaleza emitido en los últimos 100 o 150 años si conseguimos que el suelo tenga la misma cantidad de materia orgánica que en la época preindustrial. Y hablamos no de todo el suelo, sino del suelo cultivable. Esto significa que si hacemos agricultura ecológica no sólo sanamos el suelo para la producción de alimentos, sino que contribuimos en gran medida y de forma sostenible a combatir el calentamiento global.
MGP: Sobre eso, la importancia del suelo como solución, recomendaría ver el documental Besa la tierra, que lo explica muy bien.
¿Somos unos radicales en Triodos Bank y Weleda o el tiempo nos da la razón?
MGP: Yo creo que lo que es radical es el modelo convencional, donde dominan la eficiencia y la producción intensiva, masiva y globalizada que trae carne ya no sabemos ni de dónde, entre otras cosas. Creo que es al revés. Queremos un modelo equilibrado y abandonar la idea de la eficiencia económica y productiva por encima de todo. Un ejemplo ilustrativo está en Menorca, donde se ha empezado a velar por que las fincas respeten incluso las sombras, que generan biodiversidad como refugio para los animales y la vida. Erradicábamos árboles en nombre de la eficiencia productiva y de repente empezamos a reconocer el valor de las sombras.
Hemos abandonado valores esenciales para el bienestar animal, del suelo, la diversidad, las aves, etc. Lo que tenemos que hacer es precisamente abandonar esa radicalidad. Volver al sentido común y el respeto de la vida.
La palabra radical tiene connotaciones de todo tipo.
MH: La radicalidad se busca cuando se intenta equilibrar algo que está muy desequilibrado hacia el otro lado, para que vuelva a su cauce. Estoy de acuerdo con Mikel en que estamos aún en un mundo donde se considera que la supervivencia de la humanidad va de la mano de una agricultura industrializada. Pero también hay cada vez más espacio para la consciencia de que eso no es sostenible. El calentamiento global parece que acelera el cambio de mentalidades y que la pandemia ha permitido ver formas de cambiar. Por ejemplo, con la digitalización, gracias a la que se reducen la huella de carbono en desplazamientos.
¿Qué falta para que más gente caiga también en la cuenta y actúe para preservar esa riqueza compartida?
MGP: El desafío es lograr que cada cual haga su parte. En general, y creo en especial que en nuestro país, es típico decir que el o la de enfrente tiene que cambiar. Las empresas se lo decimos a las administraciones públicas, las administraciones a las empresas, las empresas a las y los consumidores, y ellos y ellas a las empresas. Pero para que esto funcione tiene que haber un cierto alineamiento. Creo en esa consciencia individual y sabemos que, si no tiene lugar, será difícil asumir y abordar un reto existencial para el que la ciencia nos da un plazo de solo diez o quince años.
MH: Yo creo que las personas ya tenemos la información de lo que podemos hacer para contribuir. También hemos oído muchas veces que somos una gota de agua en un océano. Pero la información es un tema intelectual y hace falta más que eso. Es como cuando te “enamoras” de una actriz o un actor que te gusta, ella/él y cómo actúa. Pero en realidad no la o lo conoces, así que es un enamoramiento intelectual, no real. Creo sinceramente que la única manera de avanzar es conectar con el corazón y enamorarse de la naturaleza. La única manera es salir y relacionarte con ella. Mucha gente nace en la ciudad y apenas sale al campo. La naturaleza les resulta extraña, ajena o peligrosa. Para conectar con la naturaleza desde la infancia, la educación es importantísima.
¡Hora de actuar!
Imagen superior: Olivos Lucio
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