Un fondo es como un recipiente con varias empresas y organizaciones y, cuando una persona invierte, su dinero se distribuye entre ellas. El rendimiento que obtiene o el dinero que pierde la persona es un porcentaje del beneficio o pérdida general del fondo. 

Y ¿quién decide qué empresas están en esa especie de recipiente? Eso es parte del trabajo de una gestora de fondos, que evalúa empresas diferentes para determinar si son adecuadas para el fondo en cuestión. 

Más allá de estas cuestiones generales, en una gestión activa de fondos de impacto, la gestora mantiene una relación continua con las empresas en las que se invierte y representa los intereses de las personas e instituciones inversoras en las juntas generales de las compañías, donde votan a favor o en contra de las decisiones empresariales que se discuten y, en el caso de la inversión de impacto, lo hacen también en función de su repercusión sobre el medioambiente y las personas. Por ejemplo, otorgan su voto en temas clave como las pruebas con animales, la ingeniería genética, la crisis climática, la biodiversidad o las armas.

Desde una perspectiva de impacto

En las inversiones tradicionales se consideran factores como la tasa de crecimiento de una empresa, la solidez de su modelo comercial y la probabilidad de que genere un buen rendimiento financiero para inversores/as. Y estos puntos también son clave en las inversiones de impacto, pero van más lejos.

Por ejemplo, cuentan con unos criterios mínimos de inversión (de forma habitual, exclusión de energía nuclear, combustibles fósiles, armas y tabaco, entre otros) y también evalúan que exista una alineación con metas positivas relacionadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.

¿Y la transparencia?

No siempre resulta fácil averiguar qué empresas están incluidas en un fondo de inversión. Muchas gestoras tienden a enumerar las diez principales participaciones, cuando a menudo hay hasta 50. En inversión de impacto, la transparencia resulta clave para que quienes invierten sepan si esas empresas se alinean con sus valores, con propuestas para materializarlo como puede ser este mapa interactivo. 

En definitiva, los fondos de inversión de impacto -en los que, como en todas las inversiones, el rendimiento pasado no garantiza rendimientos futuros y es posible no recuperar la cantidad inicial invertida- se marcan objetivos de rendimiento financiero, pero también de impulso al cambio social y ambiental positivo.