Algo me resulta familiar cuando entro en el local colorido, lleno de juegos y de sonrisas acogedoras de Momo, entidad ganadora del Premio Triodos Bank en 2019. Me transporto a esa infancia remota que guardamos en recuerdos borrosos, vivencias que nos han marcado más profundamente que cualquier gran suceso como adultos.
En este centro de terapia neurológica infantil hay niños y niñas que “van a llevar una vida digna”, como me explica Ruth Moreno, especialista en atención temprana, fisioterapeuta y codirectora. Será a través de un acompañamiento permanente, por haber sufrido trastornos severos como infartos cerebrales siendo muy pequeños, o apenas con un apoyo puntual: por ejemplo, con ejercicios para corregir un retraso en el desarrollo de la psicomotricidad, como fue mi caso.
“Lo que hicieron contigo es lo habitual desde que se trabaja con una cierta excelencia, en los últimos años. ¿Por qué vas a dejar a un niño sin ser capaz de practicar una disciplina deportiva porque tenga un tono muscular bajo o un desfase concreto? Esos detalles, si se van juntando con que tengo que tener fuerza para hacer la pinza para coger un lápiz, con que tengo miopía… van sumando temas sensoriales sin importancia, pero con impacto. Antes había más niños con dislexias graves, que se podían haber trabajado perfectamente, niños a veces superbrillantes a nivel intelectual”.
Con Ruth, revivo uno de esos recuerdos remotos, más bien una emoción: la tranquilidad de sentirte en casa, de estar con alguien que te quiere ayudar y además sabe convertir aquello que te frustra en un reto divertido: “Podemos evitar que, para un niño, ponerse unos patines sea un mundo”.
Cuándo actuar
Le pregunto a Ruth sobre qué deben valorar los padres ante la duda de actuar, cuando hay una dificultad cotidiana que, por otro lado, podría ser normal.
“No hace falta que el pediatra, el rehabilitador, el traumatólogo y el neurocirujano se pongan de acuerdo, como ocurría antes. También antes era más frecuente que un abuelo pensase cómo le voy a decir a mi hija que al niño le pasa algo, transmitiendo que no es buena madre. O costaba más que un profesor se atreviese a avisar”, explica. Vuelvo a recordar. Que bien que una profesora en preescolar se dio cuenta de que, cada día, me costaba un pequeño-gran mundo abrochar la bata al niño de delante en la fila. Por suerte, recomendó a mi familia un gabinete similar a Momo.
Lo importante, señala Ruth, es “no esperar cuando hay indicios de que algo no va bien, pensando que el niño que está tardando demasiado en andar cualquier día se va a poner en pie… y buscar ese acompañamiento especializado e integral para ver si es necesario un apoyo”.
Si bien en Momo tratan a niños y niñas que han tenido problemas importantes, como una traqueostomía o una gastrostomía, hoy los casos que llegan son, por lo general, menos graves que antes. Se debe a los avances en el diagnóstico prenatal, durante el parto y en las unidades de neonatología. Sin embargo, en las más de dos décadas de experiencia de este equipo de especialistas en atención temprana, psicología, logopedia, fisioterapia y atención familiar, han visto las consecuencias de no realizar la observación y el cuidado necesarios a tiempo. Ruth recuerda cuando “se perdía mucho tiempo importante en la vida de un niño y de una familia, incluso entrando en modalidades educativas erróneas, frustrantes, con niños que iban a una educación especial y tenían que cambiar luego su camino, y al revés”.
Hoy es habitual que “muchos niños, sin estar en el límite de la patología o de un desfase, pero con algún problema de comprensión, de expresión, una dislalia, una disfemia, un tema de articulación, un tono muscular bajo… al trabajar pronto con ello, empiezan antes la prelectura, la preescritura y se supera la dislexia o la definición de la lateralidad. Se quitan un montón de problemas de cara a la escolarización”.
Más apoyo para los que dan apoyo
“Ha sido la pera el tema del Premio Triodos Bank”, confiesa Ruth. Centro Momo recibió casi 6.000 apoyos en una votación popular online que recabó más de 11.000 en total. Así, ella y sus compañeras fueron elegidas como ganadoras entre las seis empresas y entidades finalistas, previamente seleccionadas por los empleados de Triodos Bank, conocedores de la aportación a la sociedad de miles de organizaciones de los sectores cultural, medioambiental y social que respalda el banco, a través de financiación especializada.
“Ahora tenemos mucho volumen de trabajo y nos gustaría crecer, pero queremos seguir haciéndolo bien, no podemos perder la calidad del trabajo en la colchoneta, con el cara a cara, en el día a día”, dice Ruth. Me cuenta que “la experiencia con Triodos Bank es buena, no fue nada complicado empezar a trabajar” y que han contado con financiación para una ampliación del local que ya disfrutan las familias que acuden a Momo.
Me tengo que ir y ella se queda, hablando con una familia en la recepción. Se cierra la puerta y no puedo evitar mirar hacia dentro, a través del vinilo traslúcido: como si viese otro tiempo, y a mi familia encontrando esa escucha tan necesaria. Es increíble cómo, de algunos problemas, hay personas que hacen surgir algo tan valioso.
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