“Hoy se despilfarra más comida de la que podría ser consumida por todas las personas con hambre”, afirma Tristram Stuart, autor del libro Despilfarro, que destaca que los países ricos desechan la mitad de sus recursos alimentarios. En el conjunto del planeta, el desperdicio llega a un 30%, según la FAO.
Tal es este problema social y medioambiental que la comunidad internacional se ha comprometido a reducir en un 50% el desperdicio de alimentos para 2030 (Objetivo de Desarrollo Sostenible 12 de la ONU). ¿Cómo podemos contribuir a lograrlo?
Las cadenas de producción, distribución y también la ciudadanía tenemos la clave para lograr un modelo de consumo más sensato. Compartimos cinco propuestas para pasar a la acción.
1. Comercios con excedentes > consumidores
La aplicación móvil Ni Las Migaspone en contacto a sus usuarios y a comercios con comida en buen estado, pero que no ha encontrado consumidor final. Los usuarios obtienen alimentos a un precio menor y los establecimientos evitan desechar la comida. Impulsada desde Madrid por tres ingenieros agrícolas y un ingeniero informático, actualmente la iniciativa sigue sumando comercios colaboradores.
2. Productor agrícola > fines sociales
“Intentamos donar casi un 3% de toda la producción a comedores sociales, bancos de alimentos, residencias de la tercera edad y hospitales”, explica María Dolores Morales, directora financiera de Biosabor. Así, esta empresa almeriense, finalista del Premio Triodos Empresas, vincula su práctica de la agricultura ecológica -con un impacto ambiental más reducido y en la que prima la calidad- con evitar el desperdicio y generar un beneficio social.
3. Consumidores con excedentes > consumidores que evitan desperdiciar
Ya son más de 200.000 las personas que hacen foodsharing en Alemania, Austria y Suiza, países donde opera la iniciativaFoodsharing.de, que también ha inspirado a grupos en España. Los “rescatadores” de alimentos, como se autodenominan, organizan reuniones periódicas a las que se pueden llevar alimentos que no vamos a tener tiempo de consumir, antes de que se estropeen, u obtenerlos gratis, para evitar el desperdicio. La plataforma se encuentra activa desde su fundación en Berlín en 2012.
4. Agricultores con productos feos > economía social > consumidores
Para la entidad social Espigoladors, ganadora del primer premio de Agricultura Social otorgado por la Fundación Triodos y la Asociación Vida Sana, hay “alimentos perfectamente im-perfectos”. Son las zanahorias curvas o las calabazas pequeñas descartadas en los campos ante la imposibilidad de darles salida comercial por su aspecto físico. La entidad de Barcelona recupera la antigua dedicación de los espigadores, a quienes se permitía la entrada en los campos para recoger alimentos descartados. Y lo hace a la vez que promueve la inclusión sociolaboral de personas en riesgo de exclusión. Una parte de los alimentos se dona y con la otra se producen conservas como mermeladas, patés, salsas o cremas bajo la marca Es Im-perfect.
5. Tiendas y restaurantes con excedentes > entidades sociales
No solo se trata de evitar el despilfarro en tiendas de alimentación y supermercados, sino incluso de restaurantes con deliciosa comida preparada con riesgo de terminar en la basura. La organización Pont alimentari es el puente que canaliza productos y tuppers a entidades especializadas que los sirven a personas en situación de dificultad. Esta iniciativa, que une el fin social y el medioambiental, ha sido impulsada por la Fundació Prevenció de Residus i Consum Responsable, que ha liderado causas como la limitación de las bolsas de plástico y el “residuo cero”, para la minimización general de los desechos.
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