Una mujer ingiere cada día de media 10 partículas de microplástico y un hombre 14. Hasta ese punto están presentes en la vida cotidiana estos plásticos de tamaño reducido, que entran en nuestro cuerpo con acciones como beber agua, comer pescado o incluso a través de la sal marina, según el estudio “Invisibles. El plástico dentro de nosotros”.
¿Hasta qué punto los microplásticos son una amenaza para el entorno o la salud? Y, ¿cómo podemos contribuir a un mundo con menos plástico?
Origen y efectos de los microplásticos
Los microplásticos se desprenden, por ejemplo, al lavar ropa sintética, utilizar productos de cuidado personal como pasta de dientes, geles o cosméticos o al degradarse en el entorno plásticos de mayor tamaño como bolsas o pajitas.
Existe consenso sobre la presencia generalizada de microplásticos en entornos como el medio marino y preocupación por su paso comprobado a la cadena alimentaria. También se ha puesto el foco en su potencial para portar elementos tóxicos que afecten a la biodiversidad y a la salud de las personas.
Por esta razón, aunque aún no hay resultados concluyentes, en “Plásticos en el pescado y el marisco” Greenpeace indica que “sería sensato aplicar el principio de precaución”. En esta dirección, Estados Unidos dio un paso en 2015 al exigir que las empresas dejasen de utilizar microplásticos en productos de belleza y salud a partir de 2017. Reino Unido se ha sumado a la medida al inicio de 2018 y Canadá y Nueva Zelanda prevén pasos similares.
Qué hacer ante la expansión del uso del plástico
“El plástico ha mejorado nuestra vida diaria de innumerables maneras”, reconocen los autores de “Invisibles. El plástico dentro de nosotros”. Ha sido esencial, por ejemplo, para proporcionar productos sanitarios higiénicos. Sin embargo, también se hace evidente que la aplicación de este material a los productos se ha vuelto indiscriminada.
Hoy se produce 300 veces más plástico cada año que en 1950. Además, solo se recicla el 36% en Europa y el 12% en Estados Unidos. Y se calcula que más del 80% de los residuos acumulados en nuestros mares son plástico que, como hemos visto, acaba volviendo a nuestros hogares, platos y cuerpos.
Algunas recomendaciones para utilizar menos plásticos y liberar menos microplásticos en el medio ambiente son:
- Utilizar en lo posible prendas de vestir confeccionadas con tejidos naturales, que no contienen plástico. Y, a ser posible, elegir textil con certificación ecológica, que tiene un impacto ambiental más reducido.
- Evitar usar plásticos de un solo uso innecesarios, como bolsas desechables, vajillas o pajitas, optando por alternativas con otros materiales como las que ofrece sinplastico.com, iniciativa que trabaja con Triodos Bank.
- Elegir productos con menos envases o, incluso, opciones de alimentación que no los utilizan, como los comercios Granel, que han contado con financiación de banca ética por su contribución a la sostenibilidad.
- Mirar las etiquetas de los productos de higiene, cosmética y limpieza para comprobar que no contienen plásticos como el polietileno (PE), polipropileno (PP), polimetacrilato de metilo (PMMA) o tereftalato de polietileno (PET). En este sentido, cada vez más productos incluyen sustancias naturales que realizan la misma función de exfoliación y limpieza a la que se han dirigido los microplásticos.
- Utilizar plásticos biodegradables como alternativa, como recomienda, entre otros, un estudio de la Royal Society sobre la difícil degradación del plástico en la naturaleza, ante la imposibilidad de prescindir de todos los plásticos.
En definitiva, todas las acciones se resumen en 3 principios básicos, los conocidos como las “3 erres”: Reducir, Reciclar y Reutilizar.
Sabías que…
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