“La educación en España está sufriendo el primer estadio necesario del cambio, que es el debate nacional sobre la misma”. David Martínez es un profesor del O Castro International British School de Vigo que tiene claro que algo en la educación debe de cambiar y participa, en línea con la institución en la que trabaja, en este nuevo impulso. En la semana en la que se ha celebrado el Día Mundial de los Docentes, cuatro de estos profesionales cuentan su aportación para lograr un modelo educativo innovador y las razones que encuentran para hacerlo.
“Los alumnos programan con 5 años”
“Es bueno que hablemos de los objetivos de la educación y sus propiedades, además de que nos cuestionemos si el modelo que tenemos es el óptimo”. Después de años de experiencia y análisis, David Martínez ve necesario transitar de una estrategia educativa “nacida con la revolución industrial” hacia una línea más acorde con “la revolución digital” que vivimos. Por buscar la concreción, esto se traduciría, según el profesor, en pasar de la meta de la alfabetización y el cálculo a las matemáticas de lógica, las habilidades de comprensión, síntesis y exposición y “la transcripción digital de la realidad”.
“Las artes no solo se refieren a dibujar, también a componer y editar música, utilizar programas de imagen y sonido”, apunta el docente, que aporta una idea fundamental: “Para lograr el cambio es crucial tratar a cada alumno como la persona única e irrepetible que es, no como parte de un plural. Es lo que los británicos llaman la diferenciación”.
En relación con este concepto, el colegio O Castro British School, que ha recibido financiación de Triodos Bank, pone en marcha dos tipos de diferenciación: la educativa, en la que el profesor maneja varios niveles en el aula dentro de las asignaturas troncales, y la psicopedagógica, mediante la que manejan perfiles de todos los alumnos para reconocer sus fortalezas y debilidades.
La conclusión es que los niños del centro “programan juegos informáticos desde los 5 años de edad, elaboran espacios de radio o producen los sonidos de ukelele, percusiones o teclados que se escuchan por los pasillos”. Los padres, por su lado, apoyan el modelo, participan en él con charlas y, en cierta manera como sus hijos, también aprenden.
El ciclo de la vida, en vivo
Pablo Llobera es profesor y responsable del Plan Verde de la Escuela IDEO, en Madrid. “Hoy en día, la educación peca de dirigirse a lo intelectual y le falta mucha dedicación al resto de las dimensiones humanas como la motora o afectiva, por citar dos. Con las nuevas iniciativas buscamos añadirlas”, defiende Pablo cuando se le pregunta por la necesidad de implantar y seguir un modelo educativo innovador.
En su centro abogan por diseñar aprendizajes “significativos y vivenciales”, lo que se traduce, por ejemplo, en un huerto que ha participado en el Premio Huertos Escolares Ecológicosque promueven la Fundación Triodos y Vida Sana. “Una cosa es explicar el ciclo de la vida de una planta y otra ver cómo se siembra, cómo crece, cómo el invierno ralentiza su desarrollo… Es mucho más empático, como un laboratorio al aire libre”, explica de una forma muy didáctica.
La iniciativa del huerto escolar surge de la idea de generar recursos en los que poner en marcha la teoría de la “nueva educación”. “En él, los niños aprenden canciones, a manejar y compartir herramientas, trabajar la tierra, sacar conclusiones y conocer los resultados de la labor”, asegura el responsable, que amplía la influencia del proyecto al ámbito de las familias. “Algunos padres se interesan, donan plantas, semillas, preguntan cómo montar un pequeño huerto en casa o utilizar las macetas para responsabilizar a su hijo de algo vivo, para que lo cuiden”, finaliza.
Menos teoría y más práctica
En St. George’s School, con varios colegios en España, el aprendizaje empírico es también un objetivo a la vez que un vehículo para preparar a los alumnos para el futuro. “Ahora mismo la educación es fundamentalmente teórica y competitiva. Faltan oportunidades en las que los alumnos sepan cómo aplicar sus conocimientos en situaciones reales, para solucionar problemas o tomar decisiones”, apunta Remedios Aranda, la jefa del Departamento de Orientación y Necesidades Especiales del centro de Málaga.
La “Work Experience” es una de las actividades que llevan a cabo en St. George’s School para alcanzar la meta de una educación más práctica. “Los chicos pasan unos días en una empresa o con un profesional, lo que propicia que adquieran un conocimiento más cercano acerca de los estudios o profesiones del panorama actual”, aclara Remedios.
En su centro, que trabaja con banca ética, también se elaboran planes “individualizados” para los alumnos con problemas de aprendizaje. Los propios estudiantes “participan en su construcción y conocen los objetivos que queremos conseguir”, lo que se convierte en otra manera de buscar la innovación en el ámbito educativo.
¿Y cuál es la visión de sus alumnos al respecto? “Valoran positivamente estas iniciativas y reflexionan sobre sus intereses, capacidades y experiencias. Intentamos que lleven a cabo una toma de decisiones realista y apropiada a cada uno de ellos”, desvela la profesional.
Desarrollo de la autoconciencia y la confianza
“La educación tradicional ya no funciona. Ahora se necesitan profesores preparados para guiar y acompañar al niño en el proceso de formación como persona, no solo en el ámbito académico”. Paula Melero es miembro del equipo docente del Valencia Montessori School y también psicóloga de formación. Desde su punto de vista, “transmitir equilibrio” y “trabajar las emociones y la motivación interna de los niños” son dos de los principales objetivos que debe perseguir un modelo educativo y, siempre, en estrecha colaboración con los padres.
En el Montessori de Valencia, las aulas son ambientes preparados y adaptados a las necesidades de los niños de varias edades que forman los grupos que las ocupan. Esta mezcla de edades ayuda a los alumnos a “respetar las diferencias con respecto al otro, a desarrollar la paciencia y la responsabilidad de los mayores hacia los más pequeños”. Respeto, de hecho, es uno de los conceptos que más se repiten durante la conversación: “Los niños aprovechan este nuevo modelo educativo para crecer emocionalmente, ganan en autoconciencia, confianza, seguridad y respeto por los demás”, asegura Paula, que comenta cómo la gente externa que pasa por el colegio advierte, sorprendida, estas cualidades en los pequeños.
En cuanto a proyectos concretos, los niños del Valencia Montessori School trabajan un huerto junto a sus padres, ponen en marcha un “Green Market” en el que venden productos elaborados por ellos mismos o acompañan a sus progenitores a la Escuela para Padres. También existe un programa prenatal y otro en el que,durante el curso, se desgrana a los padres la metodología y se les habla de crianza y de desarrollo humano. “Le damos mucha importancia a la construcción de una relación fluida con los padres y a buscar su compromiso por trabajar en casa en la misma línea que nosotros en la escuela”, apostilla Paula. “Formamos una comunidad”.
Triodos Bank y la educación
En 2014, 821.500 personas se han beneficiado del trabajo realizado en los 857 proyectos educativos que Triodos Bank financió en toda Europa. La entidad apoya escuelas, centros educativos y otras iniciativas que promuevan una enseñanza de calidad, valores universales, creatividad, tolerancia y libertad de pensamiento, que se adapten a las exigencias curriculares actuales y que se encuentren reconocidos y homologados por el Ministerio de Educación.
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