“Hoy más que nunca, las cuestiones medioambientales ejercen influencia en las políticas económicas y el sistema financiero. Esto es crucial para el futuro de nuestro planeta”, dijo Achim Steiner durante su discurso de despedida como director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que ha encabezado entre 2006 y 2016. En un momento de incertidumbre ante desafíos humanos como el cambio climático, comparte con nosotros su experiencia para afrontarlos.

¿Cuál considera su mayor logro en el PNUMA?

Un hilo conductor durante mi mandato fue la relación entre cambios medioambientales y políticas económicas, motivado en parte por la lucha contra el calentamiento del planeta. El cambio climático se está traduciendo en lo que posiblemente sea la transición económica más significativa emprendida por la sociedad moderna. En ese contexto consideré el PNUMA como un catalizador para un nuevo discurso sobre la economía verde.

El punto de partida era la valoración de los servicios ambientales o la infraestructura ecológica (a través del estudio La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad, TEEB, según sus siglas en inglés). A continuación escribimos un importante informe sobre la economía verde en el cual recopilamos ejemplos sobre cómo empiezan a influir en el mercado con sus políticas países, comunidades y empresas. El último paso de esta trilogía fue la investigación sobre el sistema financiero que queremos, porque es necesario alinear al sector financiero con los objetivos estratégicos generales de nuestras economías.

El cambio climático se está traduciendo en lo que posiblemente sea la transición económica más significativa emprendida por la sociedad moderna

¿Cree que el discurso sobre la relación entre medio ambiente y economía está aquí para quedarse?

Sin duda. A veces todavía me sorprendo, en cierto sentido, de lo rápido que ha ido todo tras el trabajo inicial en el marco del estudio TEEB. Noruega, Brasil y el Reino Unido, por nombrar algunos países, han publicado sus propios informes nacionales, lo cual es llamativo porque en el ámbito de las Naciones Unidas este tipo de ideas nuevas suelen necesitar una década para madurar.

Recientemente he advertido pruebas de lo rápido que la gente ha empezado a darse cuenta de que realmente hay una relación entre medio ambiente y prosperidad económica, cuando vi que el trabajo realizado por la investigación del PNUMA no solo había llegado a los bancos centrales y los reguladores financieros, sino que también se había abierto camino en China, donde han implementado algunas de las directrices para un sistema financiero verde.

China puso también este tema encima de la mesa durante su presidencia del G20 con la creación de un grupo de estudio en colaboración con el Banco Popular de China. Todo esto son indicios de que tanto la política como los actores económicos y financieros han desarrollado un cierto grado de comprensión del impacto que tiene lo que ocurre con el medio ambiente en la estabilidad económica y las oportunidades para el desarrollo futuro.

Entonces, ¿vamos a ver cambios pronto?

Hay distintos ámbitos donde creo que veremos pronto decisiones de carácter práctico, económico y presupuestario. El Acuerdo de París contra el cambio climático, el hecho de que se alcanzara un consenso y la rapidez con la que se están superando las barreras para su entrada en vigor son señales en ese sentido. Estamos hablando de miles de millones de dólares de inversión que, en esencia, cambian de orientación y no se van a destinar a una economía como la que hemos conocido durante los últimos 50 o 100 años, sino a la economía hacia la que tenemos que evolucionar, una economía de bajo consumo de carbón que en 2050 debe alcanzar la neutralidad climática. En este sentido creo que durante los próximos años y las próximas décadas vamos a ver grandes cambios.

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Basta con ver lo que ha ocurrido durante los últimos diez o quince años en el campo de la generación de energía eléctrica para darse cuenta de que, una vez que una economía empieza a creer en una determinada dirección política y unas determinadas posibilidades tecnológicas, los mercados pueden evolucionar muy rápido. Por eso vimos en 2015 que casi el 50% de todas las inversiones en nueva infraestructura para la producción de electricidad se destinó a fuentes renovables. Esto constituye una enorme transformación y yo creo que en el sector del transporte vamos a ver cosas similares.

En 2015 casi el 50% de todas las inversiones en nueva infraestructura para la producción de electricidad se destinó a fuentes renovables

Muchos consideran improbable que el coche eléctrico llegue a constituir gran parte del mercado de transporte. Pero eso mismo decíamos antes del teléfono móvil. Y sin embargo, pronto habrá dos millones de coches eléctricos circulando en el mundo y ya hay 250 millones de motocicletas eléctricas en las calles de China. La rápida evolución tecnológica hace que el sector del automóvil sea una rama interesante para seguir de cerca a corto plazo. Mi expectativa es que se va a producir un gran salto en tecnología, demanda y decisiones políticas.

¿Desempeña la desinversión también un papel en esta historia?

Yo creo que la desinversión es una parte esencial del debate público sobre el destino de nuestro dinero. En ese sentido, la desinversión forma parte de un diálogo público y transparente sobre bancos, fondos de pensiones y otros actores financieros, y sobre la forma en que queremos invertir nuestro dinero. ¿Vamos a ser una parte de la solución o vamos a agravar el problema? Dicho esto, la desinversión no es un objetivo en sí misma. Solo puede ser un medio para alcanzar un objetivo, y ese objetivo es precisamente invertir en la infraestructura, la economía y la sociedad que queremos, en consonancia con nuestros valores y con la esperanza de crear una economía sólida y sostenible.

Nosotros, la generación actual, vamos a tomar decisiones que excluirán completamente determinadas opciones para la próxima generación, algo prácticamente insólito en la historia de la humanidad. Y por eso creo que el movimiento en favor de la desinversión es legítimo.

Durante su discurso de despedida como director del PNUMA dijo que en la última década ha visto tragedias medioambientales, cambios y triunfos. ¿Evolucionamos hoy en la dirección del éxito?

Yo soy optimista por naturaleza. De lo contrario no podría trabajar en este campo [risas]. Hoy por hoy soy optimista sobre nuestra capacidad de posibilitar el cambio en línea con lo que nos dice la ciencia. Pero creo que todavía tenemos dificultad con un gran número de factores, por lo que el tiempo es nuestro mayor talón de Aquiles en esta transición. Disponemos de muy poco tiempo.

En lo que al clima respecta es crucial que tanto los líderes económicos como políticos empiecen a confiar en que una transición tan rápida es gestionable. Lo que quiero decir, en esencia, es que un cambio fundamental en sectores como la energía, el transporte y la agricultura no se puede observar únicamente desde la lógica científica sobre emisiones. También hay que ver las ventajas adicionales.

Por ejemplo, que la reducción de las emisiones reporta miles de millones de dólares en beneficios para el sector de la salud o nos permite impulsar la innovación y abrir nuevos mercados. La lógica de querer hacer algo sobre el cambio climático no puede ser unívoca. Yo estoy convencido, por ejemplo, de que es fundamental realizar una reforma fiscal de carácter ecológico. Podríamos reducir el impuesto sobre la renta y evolucionar hacia un sistema fiscal basado en la contaminación y el coste para la sociedad.

En el debate público sobre el destino de nuestro dinero, ¿vamos a ser una parte de la solución o vamos a agravar el problema?

¿Qué le decepcionó personalmente en el PNUMA?

Las historias de éxito no siempre son completamente un éxito. En el campo del cambio climático hemos perdido gran parte de la década en el intento de encontrar un equilibrio y formular una respuesta efectiva al problema. Lo que tenemos que hacer ahora es preguntarnos cuáles son las lecciones que podemos aprender de ello, porque el tiempo va a ser el activo más preciado de la próxima década.

Recientemente se tomó una decisión histórica durante una reunión celebrada en Kigali en el marco del Protocolo de Montreal para la protección de la capa de ozono. La mayoría de mi tiempo en el PNUMA estuve implicado en los preparativos de esta decisión y finalmente conseguimos reunir a 190 países para optar por hacer lo que es justo y necesario en vez de elegir lo más fácil. Y sin embargo me pregunto: ¿no podíamos haber hecho esto más rápido?

Por último, los intereses nacionales nos pusieron freno en materia de ecosistemas marinos y océanos. En este momento no somos capaces de concebir y valorar por entero la importancia funcional de que los océanos estén limpios y sanos. La Convención sobre Derechos del Mar de la ONU supuso un avance en su momento, pero hoy en día se encuentra bajo presión de intereses nacionales como la minería en fondos marinos y la explotación de riquezas naturales.

Esto es un ejemplo del enorme potencial de éxito del multilateralismo cuando somos capaces de conciliar los intereses individuales, pero al mismo tiempo, es un proceso que a veces adolece de una lentitud exasperante para lograr un cambio de rumbo claramente necesario.

¿Qué puede hacer un individuo para desempeñar un papel en la consecución del cambio?

El consumidor individual es quien decidirá que esta transición política y económica sea inevitable. Yo, personalmente, me he propuesto ir todos los años a la sucursal local de mi banco a decir que quiero invertir dinero y que estoy considerando hacerlo con ellos. Le pido al empleado de turno que me ofrezca inversiones responsables desde un punto de vista social y respetuosas con el medio ambiente, le hago preguntas.

Hoy en día, cualquier individuo puede tomar decisiones bien documentadas

Estos empleados informarán a sus superiores de que cada vez hay más gente que demanda ese tipo de productos y que no tienen nada que ofrecerles. Hoy en día, cualquier individuo puede tomar decisiones bien documentadas. Hay que votar con la cartera. Pero también es importante ejercer el derecho a voto en las elecciones municipales, sociales y parlamentarias. Tenemos que usar nuestro voto para decirle claramente a los políticos que deben mostrar liderazgo en este terreno. Todo individuo tiene un poder considerable.

ACHIM STEINER
COORDINACIÓN GLOBAL ANTE DESAFÍOS HUMANOS

Además de su paso por la dirección del PNUMA, Achim Steiner (Carazinho, Brasil, 1961), ha sido también vicesecretario general de la ONU. Posteriormente, empezó a trabajar como director del Oxford Martin School, vinculado a la Universidad de Oxford.

La institución académica realiza investigaciones multidisciplinares en busca de soluciones para los retos del siglo XXI, como el cambio climático, la migración y la desigualdad.

Entrevista publicada originalmente en La Coleur de l’argent (Revista de Triodos Bank en Bélgica)

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