En esta entrevista, Olivier De Schutter defiende cambios profundos en favor de un sistema alimentario basado en un comercio global más justo y que impulse en mayor medida el desarrollo humano. Por ejemplo, “aplicar aranceles a los importadores de cacao y de café no producidos con arreglo a las normas del comercio justo”.

Catedrático por la Universidad Católica de Lovaina, en Bruselas, Olivier De Schutter responde de acuerdo con su amplia experiencia en Naciones Unidas y en el contexto de Ecopolis 2016, encuentro internacional en la capital europea por una transición a una sociedad más sostenible. En este foro, participó como experto del grupo de trabajo sobre el chocolate.

Costa de Marfil produce el 70% del cacao mundial y unas pocas empresas compran la mayor parte. ¿Cuál es la razón de esta concentración?

Esta concentración de poder es ciertamente preocupante, pero desgraciadamente ha sido completamente ignorada en muchas cumbres internacionales sobre la seguridad alimentaria. Es casi un tabú que, en mi opinión, es debido no solamente al hecho de que a menudo son poderosos intereses económicos los que determinan lo que hacen los gobiernos, sino también la circunstancia de que es muy difícil evaluar el poder en las cadenas alimentarias.

Durante muchos años se esperaba que las normas que regulan la competencia podrían ser utilizadas para romper el poder de los compradores de materias primas frente a los productores. Estos compradores tienen el poder de imponer precios bajos a los productores. Los pequeños productores a menudo no tienen otra elección que recurrir a estos grandes compradores, lo cual genera esa concentración del poder.

Pero las autoridades competentes en materia de competencia económica son reacias a intervenir, porque desde su perspectiva, el objetivo es mantener el precio lo más bajo posible para los consumidores. Por tanto, siempre intentarán evitar que surja una posición de dominio y de abuso entre los vendedores y los consumidores. No obstante, no están interesados realmente en controlar el abuso asociado a los precios demasiado bajos pagados por los consumidores a los productores, porque los consumidores se benefician de estos precios bajos. En consecuencia, por la política de competencia llevada a cabo por nuestras autoridades, es imposible romper estos monopolios de poder.

Deberíamos aplicar aranceles a los importadores de cacao y de café no producidos con arreglo a las normas del comercio justo, para obligarles a compensar las externalidades que generan en las comunidades locales

Los acuerdos comerciales siguen estas normas y forma de competencia. ¿Quiere decir que todo el mercado mundial está regulado de esta forma?

Es cierto que la liberalización del comercio ha llevado a la creación de compañías muy grandes que ocupan una posición dominante que les permite seguir creciendo. Como empresa recién llegada, es muy difícil llegar al mercado, incluso cuando se proponen precios razonables y justos a los productores. Desafiar la posición de los compradores dominantes en el mercado no es, por tanto, una tarea fácil. Por ello es muy importante crear cooperativas como Ecookim, que produce cacao de comercio justo, entre otros productos.

Hace algunas décadas, las cooperativas eran dirigidas a menudo por el Estado y tenían mala reputación. En los últimos 15 a 20 años han aparecido nuevas cooperativas gestionadas de forma democrática. Garantizan a los agricultores una posición negociadora más fuerte en la cadena alimentaria, formación y acceso a bienes públicos como almacenes, instalaciones de envasado y transporte. Y, más importante aún, se ocupan de que los agricultores puedan influir en el sistema político.

Porque no hay que olvidar que los productores alimentarios suelen ser pobres al ser marginalizados por un sistema político que ha recompensado mucho más a las élites urbanas que al resto de la población. Las cooperativas son, por tanto, muy importantes para desempeñar un papel de mediador en la relación de poder entre compradores, autoridades y productores.

¿Son, por lo tanto, un instrumento eficaz capaz de influir en estructuras injustas?

Sí. Nos olvidamos con frecuencia de la importancia de la democracia, la transparencia y la responsabilidad en las cadenas alimentarias. Es un problema muy acuciante. No hay más que ver la concentración existente en el sector del cacao: a nivel nacional, por lo general solamente hay uno o dos compradores dominantes. Y si no trabajan a través de ellos, los productores no tienen a nadie a quien vender.

Los productores no tienen, por tanto, ninguna elección, más aún cuando los mercados locales están tan subdesarrollados que no existe mercado local para un producto. Es una posición sumamente difícil en la que la responsabilidad, la transparencia, la política de precios y la calidad alimentaria son todas cuestiones muy importantes pero a la vez infravaloradas para encauzar adecuadamente las cadenas alimentarias.

En mi opinión, hay que buscar la explicación en los economistas que encuentran dificultades a la hora de evaluar las implicaciones políticas. La relación de poder no se refleja en los gráficos. Se percibe cuando hablas con la gente y cuando observas cotidianamente cómo se desarrollan las negociaciones sobre los precios.

OLIVIER DE SCHUTTER
EX RELATOR DE LA ONU SOBRE EL DERECHO A LA ALIMENTACIÓN

De Schutter estudió Derecho en la Universidad Católica de Lovaina y Harvard. Obtuvo su doctorado en la UCL, donde actualmente es catedrático. Además imparte clases en el Colegio de Europa y trabaja también como profesor invitado en la Columbia University en los EE.UU. Sus ámbitos de especialización son el derecho internacional, los derechos humanos, el derecho europeo y la teoría del derecho. Entre 2004 y 2008, Olivier De Schutter fue secretario general de la Federación Internacional de Derechos Humanos. De 2008 a 2014 fue relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación.

¿Por qué es tan difícil para los países en desarrollo comercializar productos acabados y no solamente vender materias primas?

Creo que se debe a distintas causas. Una es la estructura de los aranceles de importación en la Unión Europea, que son más elevados para los productos acabados que para las materias primas. Una segunda razón podría ser que se necesitan cuantiosas inversiones que son difícilmente realizables incluso para las grandes cooperativas.

Una tercera razón puede ser simplemente que, por ejemplo, la producción de chocolate y la publicidad dirigida al consumidor generan una competencia muy importante por parte de grandes compañías muy implantadas en el sector. Estas empresas no son partidarias de esta nueva competencia. La diversificación de la producción es, por tanto, esencial y es un reto al que también se enfrenta el comercio justo.

¿Qué se puede hacer al respecto?

Actualmente, los ganadores de la competencia global son aquellos que producen al precio más bajo, así de sencillo. Resulta realmente asombroso que las prácticas de comercio justo, que garantizan un precio mínimo a los productores y que invierten en servicios públicos, no sean recompensadas en la forma en que la UE fija sus aranceles. Queda, por tanto, un mercado de nicho, únicamente destinado a los consumidores que se lo pueden permitir.

Deberíamos aplicar aranceles a los importadores de cacao y café que no procedan del comercio justo, para obligarles a compensar las externalidades que causan en comunidades locales. De esto modo, no solo fomentamos el comercio justo, sino que también haríamos más justo el comercio en general, eliminando la perversión que se genera cuando los compradores de comercio justo, que actúan de forma más ética, no son recompensados por ello.

Debemos hacer posible que puedan competir con otros compradores de materias primas no procedentes del comercio justo. Actualmente es un problema importante que fomentemos una política comercial que, hoy por hoy, desatiende las distintas dimensiones de sostenibilidad.

El poder del consumidor es importante para hacer llegar claramente el mensaje de que queremos hacer las cosas de forma diferente, aunque tampoco podemos darnos por satisfechos con elegir correctamente una vez a la semana en el supermercado

¿Podemos desempeñar un papel relevante como consumidores? ¿Podemos ayudar a hacer esta situación más justa?

Está claro que los consumidores bien informados pueden elegir de forma responsable. Un pequeño porcentaje de personas compra chocolate y café de comercio justo. Pero la pregunta es en qué medida la elección de este pequeño número puede marcar la diferencia.  Se trata solamente de una parte muy pequeña de la población. Una producción de comercio justo solo es posible para un pequeño grupo de productores en el Sur. Por lo que creo que el poder del consumidor sí es importante, pero no puede sustituir a la acción política.

Los gobiernos deben tomar la iniciativa al respecto y ocuparse de que el mercado internacional no imponga trabas a los pequeños productores, y que los grandes compradores les paguen un precio justo. Por tanto, el poder del consumidor es importante para hacer llegar claramente el mensaje de que queremos hacer las cosas de forma diferente, aunque tampoco podemos darnos por satisfechos con elegir correctamente una vez a la semana en el supermercado. Deberíamos movilizarnos más y buscar los problemas estructurales que existen detrás de todo eso.

COMO CONSUMIDOR Y CLIENTE DE BANCA CON VALORES
CÓMO IMPLICARSE MÁS EN FAVOR DEL COMERCIO JUSTO

Triodos Bank cuenta con 35 años de experiencia en la financiación del comercio justo. Puede ver más información sobre entidades y actividades relevantes de comercio justo financiadas en la web de la entidad de banca con valores. También formas concretas de implicarse en su día a día con el comercio justo en La receta para un desayuno justo, en el blog de la Comunidad Triodos.

¿Podemos como consumidores tener influencia sobre la política comercial europea?

Creo que sin duda es posible. En los últimos años el problema ha sido principalmente que los acuerdos económicos entre la Unión Europea y determinados países africanos harán aún más grande la dependencia de estos países del mercado europeo. Estos acuerdos tampoco estimulan la diversificación. Creo que actualmente nos movemos en la dirección equivocada. Estos acuerdos ayudarán a los países africanos a exportar materias primas a Europa, pero no les ayudarán a diversificar su economía, y eso es lo que realmente necesitan.

También debemos perseguir más sistemas alimentarios locales, más productos acabados fabricados a nivel local, debemos estimular la demanda de productos locales. Las cooperativas de comercio justo no pueden hacer eso por sí solas. Urge que Europa desempeñe otro papel en la organización del comercio. En resumidas cuentas: se ha infravalorado enormemente la importancia de la independencia de los países en su producción alimentaria, al igual que la relocalización alimentaria. Se desatiende el fomento de estas cuestiones tan importantes en comparación con el desarrollo del comercio alimenticio a nivel mundial. Como consumidor puedes incentivar la demanda de alimentos locales consumiendo en la mayor medida posible alimentos producidos a nivel local.

Texto de Laura Bodyn, publicado originalmente en La Couleur de l’Argent (Triodos Bank Bélgica)