Además de influir en la salud, la forma de comer puede aportar soluciones ante problemas ambientales críticos para nuestro presente y futuro: afrontar el cambio climático, reducir el problema del plástico en el entorno o reaccionar ante el agotamiento del petróleo viable.
La oportunidad está en que el 30% de la energía consumida en el mundo se debe al proceso de producción, distribución y consumo de alimentos, según la FAO. Es el mismo porcentaje que se registra en España, según un estudio de la Universidad Pablo de Olavide que lo califica de “insostenible”.
Foodtopia, proyecto social y ambiental que trabaja con Triodos Bank, ha ideado un concepto de restauración para alimentarnos de manera más sostenible, saludable y accesible.
Objetivo: más nutrición con menos consumo superfluo
“Hemos calculado que de 720 euros que cada familia gasta de media en España en alimentación para consumir dentro y fuera de casa cada mes, solo 220 se corresponden con los alimentos adquiridos”, afirma Jesús Pagán, que cofundó Foodtopia en 2009 junto a un equipo de profesionales del sector alimentario, la restauración y la investigación en termodinámica.
“El resto de lo que gastamos es básicamente basura, en forma de diésel o plásticos, entre otros”. Por ello, una de las diferencias de su iniciativa, que sirve menús en el Parque Científico de Murcia y también en un local en la capital de la Región, es que solo emplea recipientes de vidrio que los clientes adquieren una única vezy llevan consigo.
La receta de Foodtopia consiste en, por un lado, emplear principalmente ingredientes de alta densidad energética, como granos y legumbres, prescindiendo en buena parte de la carne y en especial de productos con huella ecológica elevada como el vacuno. Igualmente, opta por alimentos de procedencia ecológica, en cuya producción no se utilizan plaguicidas. También prima los productos de ciclo corto, es decir, con una distribución limitada en kilómetros e intermediarios. Asimismo, para su modelo social, es básico el uso de una tecnología propia de cocción lenta, que reduce el consumo de energía y permite ofrecer un producto más asequible.
El proyecto ha calculado la reducción de consumo de energía vinculada a alimentación que permiten estos esfuerzos, que sería la equivalente a 2,8 litros menos de consumo de petróleo por persona y día o en torno a 1 litro por persona y comida en Foodtopia. En la misma medida, otro objetivo de su oferta busca es contribuir a prevenir problemas de salud vinculados con la nutrición como las enfermedades cardiovasculares o la obesidad.
“Fábricas” de “resiliencia”
Pagán denomina a los espacios de la iniciativa “fábricas”, porque forman parte de un modelo de relocalización de la producción que busca reducir el impacto ambiental y fortalecer las comunidades locales. Su meta es la “resiliencia” o la capacidad de adaptación de las personas a las consecuencias sociales derivadas de la sobreexplotación de los recursos naturales, sobre todo mediante el ahorro de energía.
El emprendedor no se limita a la alimentación, sino que lanza más propuestas como “ir hacia tiendas de un solo producto y elaboración propia, por ejemplo en artículos de higiene”. Y “una sociedad en la que se deje de producir tantas cosas innecesarias y en la que, si hace falta, se pague a la ciudadanía para dejar de hacerlo y evitar un coste ambiental que es mayor del valor que generan”.
En un contexto de crisis ambiental, Pagán ve incomprensibles realidades vinculadas al consumo energético como el récord de vuelos del pasado 2 de julio, con 202.000 en un solo día y considera que la situación acabará acarreando consecuencias drásticas, en especial para los que menos tienen, pero también que no es momento de quejarse, sino de actuar.
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